miércoles, 1 de octubre de 2008

Matanza de Tlatelolco: ¿cuarenta años... de que han servido?

Fue una matanza sin caras. Decenas de muertos que nunca fueron identificados, investigaciones que no dieron resultados, culpables sin castigo y víctimas sin justicia.
Los interrogantes y las heridas siguen hoy casi igual de abiertas que aquel trágico 2 de octubre de 1968. Pero algunas voces en México creen que, después de tanto tiempo, es mejor pasar página y dejar a un lado este suceso que hasta ahora ha sido indescifrable.
Las muertes ocurridas en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco representan uno de los capítulos más devastadores de la historia mexicana y, para muchos, marcaron un punto de inflexión en el desarrollo sociopolítico de ese país.
Muchas han sido las versiones que han surgido de por qué se desató la violencia.
Tampoco hay consenso sobre la cifra de muertos. El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz dijo que habían perecido alrededor de 30 personas, mientras que las organizaciones de derechos humanos y corresponsales extranjeros contaron más de 300 cadáveres.
Aún no se conocen los nombres de las víctimas, ni qué pasó con sus cuerpos sin vida.
Lo único cierto es que cada 2 de octubre hay voces que piden que se esclarezcan los hechos.
Durante el gobierno de Vicente Fox, se creó una Fiscalía Especial para investigar la masacre. Sin embargo, hasta ahora no se ha condenado a nadie por lo ocurrido.
A 40 años de la matanza, México recuerda a los caídos y analiza el legado que le dejó el movimiento juvenil de 1968, que para muchos sentó las bases de la democracia de ese país.
Cito a Carlos Monsivais pues coincido con este escritor al decir que estamos en deuda con los estudiantes del 68.
En deuda

Considerado un “intelectual comprometido”, Monsiváis considera que la nueva generación de mexicanos tiene una deuda con la generación del 68. “Le debe, en primer lugar, el impulso y el deseo de enfrentarse al autoritarismo”, dijo el escritor. “En segundo lugar, le debe la movilización a partir de derechos humanos y civiles porque no fue un movimiento revolucionario, fue un movimiento civil, cívico. Y le debe también la continuidad de la resistencia. Esos líderes del Consejo Nacional de Huelga de 1968 han continuado exigiendo que se haga justicia y han sido muy decisivos en el proceso que se ha entablado sin resultados judiciales, pero con enormes resultados mediáticos contra los represores del 68”. De acuerdo con el autor, el movimiento estudiantil no fue el único impulso de la democratización, aunque sí fue el más visible y el más doloroso.

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/new
Ilse Martinez Castro

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